La liberación de energía nuclear puede
producirse en el extremo bajo de la curva de energías de enlace (ver tabla
adjunta) a través de la fusión de dos núcleos ligeros en uno más pesado. La
energía irradiada por el Sol se debe a reacciones de fusión de este tipo que se
producen en su interior a gran profundidad. A las enormes presiones y
temperaturas que existen allí, los núcleos de hidrógeno se combinan a través de
una serie de reacciones que equivalen a la ecuación (1) y producen casi toda la
energía liberada por el Sol. En estrellas más masivas que el Sol, otras
reacciones llevan al mismo resultado.
La fusión nuclear artificial se consiguió
por primera vez a principios de la década de 1930, bombardeando un blanco que
contenía deuterio (el isótopo de hidrógeno de masa 2) con deuterones (núcleos
de deuterio) de alta energía mediante un ciclotrón (véase Aceleradores
de partículas). Para acelerar el haz de deuterones se necesitaba una gran
cantidad de energía, de la que la mayoría aparecía como calor en el blanco. Eso
hacía que no se produjera una energía útil neta. En la década de 1950 se
produjo la primera liberación a gran escala de energía de fusión, aunque
incontrolada, en las pruebas de armas termonucleares realizadas por Estados
Unidos, la URSS, Gran Bretaña y Francia. Una liberación tan breve e incontrolada
no puede emplearse para la producción de energía eléctrica.
En las reacciones de fisión estudiadas
anteriormente, el neutrón, que no tiene carga eléctrica, puede acercarse
fácilmente a un núcleo fisionable (por ejemplo, uranio 235) y reaccionar con
él. En una reacción de fusión típica, en cambio, cada uno de los dos núcleos
que reaccionan tiene una carga eléctrica positiva, y antes de que puedan unirse
hay que superar la repulsión natural que ejercen entre sí, llamada repulsión de
Coulomb. Esto ocurre cuando la temperatura del gas es suficientemente alta,
entre 50 y 100 millones de grados centígrados. En un gas formado por los
isótopos pesados del hidrógeno, deuterio y tritio, a esa temperatura se produce
la reacción de fusión que libera unos 17,6 MeV por cada fusión.
La energía aparece en un primer momento como energía cinética del núcleo de
helio 4 y el neutrón, pero pronto se convierte en calor en el gas y los
materiales próximos.
Si la densidad del gas es suficiente —a
esas temperaturas basta una densidad correspondiente a unas 10-5
atmósferas, casi un vacío— el núcleo de helio 4 puede transferir su energía al
gas hidrógeno circundante, con lo que mantiene la temperatura elevada y permite
que se produzca una reacción de fusión en cadena. En esas condiciones se dice
que se ha producido la “ignición nuclear”.
Los problemas básicos para alcanzar las
condiciones para la fusión nuclear útil son: 1) calentar el gas a temperaturas
tan altas; 2) confinar una cantidad suficiente de núcleos durante un tiempo lo
bastante largo para permitir la liberación de una energía mayor que la
necesaria para calentar y confinar el gas. Un problema importante que surge
después es la captura de esta energía y su conversión en electricidad.
A temperaturas superiores a los 100.000
°C, todos los átomos de hidrógeno están ionizados. El gas está formado por un
conjunto eléctricamente neutro de núcleos con carga positiva y electrones
libres con carga negativa. Este estado de la materia se denomina plasma.
Los materiales ordinarios no pueden
contener un plasma lo suficientemente caliente para que se produzca la fusión.
El plasma se enfriaría muy rápidamente, y las paredes del recipiente se
destruirían por las altas temperaturas. Sin embargo, como el plasma está
formado por núcleos y electrones cargados, que se mueven en espiral alrededor
de líneas de campo magnético intensas, el plasma puede contenerse en una zona
de campo magnético de la forma apropiada.
Para que un dispositivo de fusión resulte
útil, la energía producida debe ser mayor que la energía necesaria para
confinar y calentar el plasma. Para que esta condición se cumpla, el producto
del tiempo de confinamiento, t, y
la densidad del plasma, n, debe superar el valor 1014. La
relación t n ≥
1014 se denomina criterio de Lawson.
Desde 1950 se han llevado a cabo numerosos
proyectos para la confinación magnética de plasma en Estados Unidos, la antigua
Unión Soviética, Gran Bretaña, Japón y otros países. Se han observado
reacciones termonucleares, pero el número de Lawson fue pocas veces superior a
1012. Sin embargo, uno de los dispositivos —el tokamak, sugerido
originalmente en la URSS por Ígor Tamm y Andréi Sajárov— comenzó a arrojar
resultados prometedores a principios de la década de 1960.
La cámara de confinamiento de un tokamak
tiene forma toroidal, con un diámetro interior de aproximadamente 1 m y un
diámetro exterior de alrededor de 3 m. En esta cámara se establece un campo
magnético toroidal de unos 5 teslas mediante grandes electroimanes. La
intensidad de este campo es unas 100.000 veces mayor que la del campo magnético
de la Tierra en la superficie del planeta. Las bobinas que rodean la cámara
inducen en el plasma una corriente longitudinal de varios millones de amperios.
Las líneas de campo magnético resultantes son espirales dentro de la cámara,
que confinan el plasma.
Después de que en varios laboratorios
funcionaran con éxito tokamaks pequeños, a principios de la década de 1980 se
construyeron dos dispositivos de gran tamaño, uno en la Universidad de
Princeton, en Estados Unidos, y otro en la URSS. En el tokamak, el plasma
alcanza una temperatura elevada por el calentamiento resistivo producido por la
inmensa corriente toroidal, y en los nuevos aparatos grandes, un calentamiento
adicional mediante la inyección de haces neutrales debería producir condiciones
de ignición.
Otra posible vía para obtener energía de
la fusión es el confinamiento inercial. En esta técnica, el combustible (tritio
o deuterio) está contenido en una pequeña bolita que se bombardea desde
distintas direcciones con un haz láser de pulsos. Esto provoca la implosión de
la bolita y desencadena una reacción termonuclear que causa la ignición del
combustible. Los avances en la investigación de la fusión son prometedores,
pero probablemente hagan falta décadas para desarrollar sistemas prácticos que
produzcan más energía de la que consumen. Además, las investigaciones son
sumamente costosas.
Sin embargo, en los primeros años de la
década de 1990 se realizaron algunos avances. En 1991, se generó por primera
vez en la historia una potencia significativa (unos 1,7 MW) a partir de la
fusión nuclear controlada, en el laboratorio de la Cámara Toroidal Conjunta
Europea (JET, siglas en inglés), en Gran Bretaña. En diciembre de 1993, los
investigadores de la Universidad de Princeton emplearon el Reactor Experimental
de Fusión Tokamak para producir una reacción de fusión controlada que generó
5,6 megavatios. No obstante, tanto el JET como el Reactor Experimental de
Fusión Tokamak consumieron más energía de la que produjeron durante su
funcionamiento.
Si la energía de fusión llega a ser
practicable, ofrecería las siguientes ventajas: 1) una fuente ilimitada de
combustible, el deuterio procedente de los océanos; 2) imposibilidad de un
accidente en el reactor, ya que la cantidad de combustible en el sistema es muy
pequeña, y 3) residuos mucho menos radiactivos y más sencillos de manejar que
los procedentes de sistemas de fisión.